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sábado, 9 de julio de 2011

Reflexión acerca de una experiencia capitalina DEPORTE Y VIOLENCIA


La peña deportiva Parque Central, en la capital del país es, sin discusión alguna, una de las plazas públicas de socialización de la masculinidad hegemónica más importante en la actualidad. Posee un incalculable valor histórico-cultural, que goza de una fuerte tradición en la sociedad cubana como espacio de intercambio de significados, percepciones y códigos específicos entre hombres aficionados al béisbol, los cuales coinciden con los rasgos del patrón de comportamiento masculino hegemónico legitimado socialmente en Cuba.

Así lo corroboran las técnicas de investigación aplicadas durante esta pesquisa y el proceso de observaciones no participantes y participantes que se realizó en el lugar, durante casi un año de trabajo.

Este espacio público no constituye, solamente, un sitio donde acuden hombres a debatir de pelota u otros deportes, sino que se discute una infinidad de temas sociales que demuestran la necesidad que sienten de polemizar todo tipo de cuestiones que se vinculan directamente con sus vidas y con el resto de la sociedad cubana. En este sentido, creemos que es un espacio de realización individual y colectiva, así como de reafirmación de la masculinidad hegemónica en tanto expresión social.

Un promedio estimado de 80 aficionados se dan cita diariamente. La gran mayoría asiste por las tardes, horario donde se originan los debates más intensos y productivos, debido a la gran afluencia de personas que van saliendo de sus centros de trabajo o estudio.

La composición sociodemográfica del grupo de aficionados de la peña deportiva Parque Central, es variada y, a la vez, homogénea. Se observa gran diversidad en cuanto a las edades; mas lo semejante se percibe en que este es un grupo, por lo general, de hombres. La composición «racial» se caracteriza por un fuerte predominio de negros y mestizos, en comparación con los blancos. Este elemento no tiene que ver con problemas raciales dentro del grupo social, ni con el estereotipo de que los negros y mestizos demuestran más gusto por el béisbol, y por eso acuden en mayor número a la peña, sino que esta última está enclavada entre dos municipios (La Habana Vieja y Centro Habana), donde casi el 50 % de su población es negra y mulata, a juicio del historiador Félix Julio Alfonso López.

Los niveles escolares de sus integrantes oscilan mayoritariamente entre noveno y doce grado, con un alto por ciento de aficionados de nivel técnico medio. La mayor parte de estos está vinculada al trabajo y/o estudio, así lo evidenciaron las técnicas aplicadas. La presencia de aficionados asiduos, con un nivel escolar universitario, no es constatable en igual medida. Mientras, el rango de edad se extiende aproximadamente desde los 24 hasta los 80 años, con predominio entre los 30 y 50 años.

Violencia de género y béisbol: ¿se dan la mano?
Los debates acerca del béisbol que sostienen los aficionados en este espacio público son intensos, apasionados y caracterizados por una constante agresividad y violencia psicológica. Se constató que mantienen entre sí «buenas» relaciones, sobre la base del respeto; pero esto no significa que no se muestren con una actitud ofensiva y defensiva ante los criterios de otros.

Para debatir cualquier cuestión relacionada con el béisbol, exaltan sus emociones y exteriorizan rasgos masculinos hegemónicos. El querer imponer sus criterios por encima de los demás, la fuerte carga de violencia que lleva implícito lo que dicen, evidenciada por la manera en que se comportan: gritos, ofensas verbales, gestos con las manos y el cuerpo, que indican rivalidad con otros hombres, son algunos de los más comunes.

Los mismos aficionados son los que consideran que el béisbol es un deporte que genera violencia, debido a que es un juego de competencia y enfrentamiento entre hombres. De esa forma asocian el hecho de ser hombres con el ejercicio de la violencia, como si fuera un fenómeno natural.

Esta constante violencia y rivalidad, se debe señalar, no tienen su explicación en fenómenos naturales. Están dadas por la reproducción de estereotipos sociales que las legitiman, como los comportamientos relacionados con la masculinidad hegemónica. Esta tipología de las masculinidades se socializa todo el tiempo en la peña.

Durante los debates diarios, los aficionados se conducen, al menos en apariencia, de acuerdo con las reglas o exigencias de un patrón de conducta masculino que se refiere concretamente al comportamiento masculino violento, agresivo, machista, rudo, mujeriego y dominante.

El deber ser…
Para este grupo, los aficionados al béisbol deben ser «hombres de verdad», demostrar que saben de pelota y discutir todo el tiempo sin dejarse derrotar, cuando se rivaliza con otro aficionado. Esto denota que la masculinidad es, para ellos, una conducta que está configurada por la tradición y el sistema patriarcal de relaciones sociales imperante en la sociedad cubana. Esta se distingue, entre otras cosas, por no permitir que otro hombre te hable en voz alta, gesticule frente a tu rostro o pretenda destruir tus valoraciones para hacerte «quedar mal» ante otros.

En otras palabras, se trata de una interminable competencia para probarse a sí mismos y demostrar, ante los demás, que gozan a plenitud de virilidad y hombría. Ese afán de no dejarse vencer en una simple discusión sobre pelota, describe la presencia de otra de las características de la masculinidad hegemónica.

El hecho de que sea visible la constante exteriorización de determinados rasgos de la conducta por parte de estos aficionados durante los debates sobre béisbol, como aparentar ser fuertes, capaces de sostener una discusión con otro u otros aficionados, demostrar control y superioridad en la situación, mantener una actitud de intimidación psicológica para con el resto de los aficionados; la virilidad, el carácter recio e intolerante, el saber darse a respetar, alardear todo el tiempo acerca de hazañas personales, ingerir bebidas alcohólicas, proferir palabras obscenas, mostrar insaciable sed sexual por las mujeres y manifestar una actitud represora hacia ellas y hacia los homosexuales, nos permite concluir que en este espacio público urbano se socializa el patrón hegemónico de comportamiento masculino.

Para los integrantes de la peña existe una estrecha relación entre los aficionados y las características del béisbol, ya que este último condiciona a sus seguidores que socialicen de acuerdo con los requerimientos del patrón de comportamiento de la masculinidad hegemónica. El béisbol en Cuba se juega fuerte, agresivo, a ganar «destrozando» al rival y precisamente es lo que hacen los aficionados de la peña Parque Central cuando debaten.

Los jugadores cubanos de béisbol son símbolos de la masculinidad hegemónica para los aficionados. Mientras más machista, tosco, varonil, violento y habilidoso sean durante el juego de pelota, más aceptación ganan entre estos. Precisamente ellos tratan de cumplir con este esquema que configura la dinámica del béisbol en la sociedad cubana, y lo logran. Todo esto no hace más que obligar a los jugadores y aficionados a cumplir con un patrón masculino hegemónico, determinado por todos los elementos que se han enumerado.

El béisbol, amén de constituir nuestro deporte nacional, influye, en calidad de fenómeno social, en la manera de pensar, de actuar, de millones de seguidores en el país. Condiciona, sin dudas, directamente a todos los que se consideran sus fervientes admiradores.

Más estudios sobre este tema en nuestra sociedad pueden contribuir a validar el hecho de que para ser aficionado al béisbol, no hace falta extralimitar nuestra masculinidad y reducirla a simples comportamientos en el ámbito público, solo para ser socialmente aceptados y evitar posibles exclusiones.

Creemos que en Cuba tenemos que estimular la elaboración de trabajos acerca del tema de las masculinidades. Existen muchos grupos de hombres que socializan a diario sobre diversos temas sociales y que pueden ser abordados desde la sociología. Si llevar a cabo estudios sobre mujeres es importante, la realización de estudios sobre los hombres y sus masculinidades es también indispensable. Nuestra historia ha sido –aún está siendo- construida en gran medida por hombres, seres humanos que también tienen derecho a enfrentarse a los arraigados patrones obsoletos y tradicionalistas como los prejuicios sociales que existen alrededor de las masculinidades. Si no empezamos por tener al menos la intención de desmontar algunos pensamientos machistas y patriarcales, nunca seremos capaces de conocernos a fondo

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